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Antes y después de una restauración casera de mi Barbie Princesa Vikinga |
Siempre es un fastidio ver cómo alguna de nuestras muñecas preferidas se estropean por el paso del tiempo. Es inevitable, bien sea por el calor, por la humedad, por la propia calidad del vinilo con el que fueron fabricadas, o por la mala pata inexplicable de la mala suerte de las muñecas, en ocasiones vamos a la vitrina y, -¡Oh,Dios mío!, ¡La cara de esta muñeca está blanca!- ¿Te ha pasado? A mí sí, y lo que es peor -¿Por qué ese cuerpo está amarillo? ¡Por qué esas marcas de sol! ¿Por qué a mí, que no las saco de las cajas ni las toco ni nada de nada? ¿Por qué a mí? ¡Por qué a mí!